El paisaje fue cambiando poco a poco, nos íbamos adentrando en los bosques de pino de la pedriza, por lo que la piedra fue desapareciendo dando paso a caminos de tierra, perfectos. Aquí es donde mayor velocidad pude coger, donde más corredores fui pasando y con mayor destreza me desenvolví. Con facilidad pasmosa fui cogiendo grupos y dejándolos atrás, hasta que nos plantamos en la Charca Verde, aquí me paré a echar un bue trago de agua y comer algo. Me entró pánico porque había unas buenas rampas por las que subir, entonces empecé a pensar, que iba a ser así hasta el final. Por lo que me retuve. Aquí me uní a un grupo de corredores, eran tres con dorsales 101, 89, 192. También había alguno más por los alrededores que se iban uniendo. Mi idea era aguantar con ellos hasta que faltasen un par de kilómetros para terminar la ascensión. Voy muy cómodo porque la subida permite correr en la mayoría de los tramos, esto hace que guarde muchas fuerzas, y me vino muy bien para marcarme un ritmo. A estas alturas estaba disfrutando mucho de la carrera, pero era consciente de que faltaba un tramo por subir y había que tener mucha cautela. Seguíamos agrupados, de hecho el grupo iba creciendo porque cogimos a algún corredor e iban llegando otros por detrás. Hasta que llegamos al Puente de los Manchegos, que era control obligatorio, con avituallamiento sólido y líquido; más o menos en el kilómetro 22 a falta de 3 kilómetros para llegar a Bola del Mundo. Ya no me pude controlar más, me marche con un corredor que quería poner un ritmo más alto. Íbamos por un valle espectacular, justo donde nace el río Manzanares, al fondo ya se veía el Repetidor de Bola del Mundo. Así que intenté correr junto a él todo lo que pude, pero se me fue alejando, y eso que no dejé de correr. Con mi ritmo cansino seguía ascendiendo e iba viendo la hilera de corredores, se veía un montón de ellos, algunos casi estaban coronando. Y comenzó la ascensión final con un montón de neveros, sencillamente espectacular. Voy muy asfixiado, por primera vez en la carrera, por lo que me paró para volver a refrescarme. Aquí me pasan varios corredores. No importa, contemplo el paisaje que es maravilloso, y me pongo en marcha. Que bien me ha sentado parar, voy subiendo con relativa facilidad y cogiendo gente. Empiezo a ser consciente de que la carrera se acaba y ya no hay motivos para reservar, me fijo en el compi con el que hice la mayor parte de la pedriza (dorsal 192, los otros ya se habían quedado muy atrás), es mi referencia cuando paré iba detrás de él. Voy adelantando corredores, todos los que me había adelantado cuando hice mi última parada. Sigo subiendo entre neveros y neveros, voy muy animado y me invade una sensación de felicidad enorme. Empiezo a animarme a mi mismo. Ya voy lanzado. Últimas rampas y llego al control de Bola del Mundo.
Al pasar el control ya todo es bajada, todavía tengo a tiro a varios corredores. Mi compi de la charca Verde no creo que le pueda alcanzar, pero hay tres corredores que sí están a tiro. Me lanza por la pista de hormigón y antes de que se termine ya he adelantado a esos tres corredores. Ahora ya solo queda la bajada más técnica, los dolores son muy intensos. Miro el reloj, los cálculos no fallan y voy a bajar de las 3h40’, me lanzó a tumba abierta. Me sorprendo lo bien que bajo a pesar del cansancio. Y sin darme cuenta estoy ya en el asfalto del Puerto de Navacerrada, ya nadie me va adelantar y no voy a ganar ninguna posición. Mi felicidad es enorme y entro en Meta con una enorme sonrisa. El crono se quedó en las 3h34'45'' siendo el 27º de la General Absoluta.
Creo que he descubierto que me encanta correr por la montaña, ya lo sabía, pero no era capaz de terminar de dar el paso. Creo que ha llegado el momento. He corrido muy reservón y con cautela, excepto en el tramo de la bajada de Maliciosa que tengo que mejorar un montón todavía.
Aquí están los RESULTADOS
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